viernes, 4 de noviembre de 2011

Por vosotros.

Hola Marco. Nunca pensé que escribiría una carta a mi ídolo, ¿sabes? Me quedo en blanco y no sé muy bien qué decir. Pero a la vez, tengo tantas cosas que contarte... Creo que empezaré por darte las gracias. Me siento orgullosa de haber ido a tantos grandes premios luciendo ese cincuenta y ocho en camisetas, con la gran bandera, pintarrajeando mi cuerpo... Me siento feliz de ir caminando y que me miren, y que digan: "uh, una del Simoncelli...". Recuerdo gente que me preguntaba "¿No te sientes observada?". Sí, pero a la vez me siento bien. 
¿Y la de veces que he sonreído al ver cómo no te entraba la gorra entre tantísimo pelo? ¿Y lo que te dedicabas a tus fans, a pesar de que nunca llegué a conocerte? ¿Y esas carreras tan al límite, ese límite que a veces sobrepasaste, pero que nunca dejé de defender? ¿Y la de veces que he llorado con tus caídas, y sobretodo, la de veces que me has hecho llorar de alegría? Recuerdo el primer mundial, Brno 2011... Nadie nunca jamás me ha hecho llevar este sentimiento tan adentro.
¿Sabes? Lo único que me jode en estos momentos, es tener que empezar a hablar en pasado. Pensar que es demasiado tarde para escribirte esto. Pensar que jamás llegaremos a vernos las caras tu pelo y yo. Ya echaba de menos las discusiones con mi padre, cuando tenías tus batallas dentro de la pista con Bautista, qué recuerdos... Es muy triste levantarse a las tres de la mañana para ver las carreras de Motegi, Phillip Island o Malasia, y estar sola en el salón, sin nadie con quien discutir sobre ti. Sí, la verdad que a nadie más le puedo agradecer ser fan tuya que a mi padre, aunque suene raro. Él me enseñó todo este mundo de las motos, con un año ya me tenía en Jerez, eso es un padre. Pero más triste aún es levantarse, horario europeo o australiano, me da igual, y ver que él no está, pero que tú tampoco. Ahora sí que no sé como sentirme, ni qué decir, ni qué hacer. Me cuesta porque no quiero admitir la realidad, sigo pensando que él algún día volverá a las ocho y media de trabajar, y que tú saldrás a pista en un par de semanas.
He de confesarte que pensé en dejar de ver motos, mandarlo todo a la mierda porque realmente no tiene ningún sentido ya. El corazón sigue dolido y ese nudo en la garganta se me sigue formando cuando veo imágenes tuyas. Pero creo que ni tú ni mi padre quisierais que dejara esto, porque era vuestra vida, y qué cojones, la mía. Voy a seguir yendo alrededor del mundo con la cabeza bien alta, por vosotros, y porque tendré quince años de mierda, pero sé que soy más fuerte que el dolor, y voy a demostrarlo.
Ciao Marco, espero que por allí arriba estés cuidando bien de él también. Os quiero.